domingo, 31 de diciembre de 2006

Un año más

Los franceses tienen un proverbio que afirma que “hay un queso francés diferente para cada día del año”.

Tal vez los españoles no podamos decir lo mismo con respecto al queso, pero seguro que podríamos afirmar que “hay una canción de Mecano diferente para cada día del año”.

¿Quién no ha se ha acordado una nochevieja de la canción “Un año más”? ¿Quién no na cantado alguna vez, tras un loco fin de semana, aquello de “Hoy no me puedo levantar”? ¿Quién no ha tarareado alguna vez en su aniversario “El 7 de septiembre” (aunque su aniversario fuera el 19 de abril)?

Supongo que esta idea andaba en la mente de Nacho Cano cuando se le ocurrió la idea del musical “Hoy no me puedo levantar” (que yo subtitularía “La banda sonora de una generación”).

Las canciones de Mecano han estado presentes en la vida de toda una generación de españoles, convirtiendose en una especie de banda sonora de nuestras vidas. Estas canciones han sido como un compañero que nos iba narrando las verdades de la vida como, por ejemplo, que una rosa es una rosa (y que todas la Rosas tienen espinas).

Hace unos días fui a ver por primera vez el citado musical (he de confesar que me había resistido hasta el momento) y salí de allí encantado. David Serrano ha logrado ensamblar magníficamente las canciones de Mecano (y alguna de Nacho Cano) dándole un significado “diferente” al esperado. Un claro ejemplo es “Me cuesta tanto olvidarte” en la que... no, es mejor que vayais a ver el musical. Recomiendo ir a verlo, tanto para los que “vivieron” esas canciones, como para las nuevas generaciones que quieran descubrirlas.

Así que, como demostración de que hay una canción de Mecano para cada día del año, esta noche, como no podía ser de otra manera, la fuerza del destino me obligará a escuchar, un año más (y aún a riesgo de que me digan “Ay, que pesado”), los acordes de la misma canción:

En la Puerta del Sol
como el año que fue
otra vez el champagne y la uvas
y el alquitrán, de alfombra están...

¡Feliz año 2007 a todos!

martes, 7 de noviembre de 2006

Perfúmate como puedas

Ya se han puesto en funcionamiento las nuevas normas de seguridad en los aeropuertos de la UE, que restringen los líquidos que se pueden llevar en el equipaje de mano.

En primer lugar, a mi todo esto me parece una soberana estupidez. ¿Que tendrá que ver la lucha contra el terrorismo internacional con un frasco de "Barón Dandy"? Vale, que sí, que existen explosivos líquidos que pueden poner en peligro la seguridad en vuelo. Pero, ¿porqué el límite de 100 ml? ¿Es que 99 ml de explosivo líquido no son peligrosos y un frasco de colonia de 150 ml sí que lo es? Y yo me pregunto, ¿lo que deberían hacer no es prohibir llevar explosivos líquidos en el equipaje de mano?

Ayer vi en el Telediario una situación kafkaiana: una empleada de tierra del Aeropuerto de Barajas le preguntaba a una viajera si llevaba colonia o gel en el equipaje de mano. "Pues, sí" contestó la viajera. "Pues la va a tener que tirar, porque no se la van a dejar subir con ella al avión". "Pero... ¿porqué?" preguntó la desinformada viajera con cara de no entender nada. Vamos, que parecía como si se estuviese preguntando porqué al piloto del avión le gustaba tanto el olor a choto.

Por otro lado, si todas estas medidas son tan necesarias, ¿porqué no las aplican también en los viajes en tren? Al fin y al cabo en la UE sí que se han perpetrado atentados terroristas en trenes.

En definitiva que con todo esto lo único que provoca, además de retrasos en los aeropuertos, es que volemos con una sensación de miedo.

Pero vayamos más allá. ¿A quién le beneficia que estemos todos acojonados y sumisos.
The answer my friend is blowing in the wind...

Os daré una pista: Según Hugo Chávez, huele a azufre.

¿Y qué será lo siguiente? ¿Qué pasará si a alguna célula terrorista le da por "inventar" la ropa explosiva? ¿Tendremos que viajar todos en pelotas? ¿Y dónde llevaríamos la tarjeta de embarque?

Para eso sí que tengo respuesta... ¡en la raja del c...!

lunes, 30 de octubre de 2006

La generación Cesc

Cesc Fàbregas, jugador de fútbol del Arsenal y de la Selección Española, nació el 4 de mayo de 1987.


Durante la última Copa del Mundo de Alemania 2006, jugó a un gran nivel representando a la Selección Española.
Al finalizar uno de esos partidos fue entrevistado por Diego Armando Maradona, que trabajaba de comentarista para Cuatro. Maradona le halagó diciendo que era un gran jugador, y Cesc se lo agradeció reconociendo que para él era un honor recibir un elogio así de un mito como Maradona.

Sin embargo, cuando Maradona le marcó aquel célebre gol a Inglaterra en la Copa del Mundo de México 1986, después de regatear a medio equipo inglés (por cierto, el mismo día que marcó aquel otro gol con "La mano de Dios")... Cesc Fàbregas aún no había nacido. Es más, los primeros recuerdos futbolísticos que afirma tener Cesc son la Copa del Mundo Francia 1998, cuando Maradona ya se había retirado. Es decir que, a pesar de sus palabras, es probable que Cesc no viera en Maradona a un futbolista, sino a un drogadicto felizmente rehabilitado que dicen que jugaba bien al futbol.

La confirmación de todo esto vino a continuación, cuando Cesc fue entrevistado por el periodista deportivo Julio Maldonado "Maldini". A Cesc se le notó en la voz (esta vez sí) la emoción de estar siendo entrevistado por alguien al que él sí conocía por programas de televisión como "El día después" de Canal+, o "Maracaná 06" de Cuatro.

Y es que, aunque para un miembro de la "Generación X" (o "Generación de los 80's") como yo le pueda parecer increíble, para un miembro de la "Generación Cesc" Maradona es... un personaje histórico.

Para ellos, la Guerra del Golfo es tan histórica como la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial,... o la Guerra Fría. Vamos, que los únicos regímenes comunistas que conocen son Cuba y Corea del Norte.

Alemania siempre ha estado unida, y el muro de Berlín es algo que sale en algunas películas antiguas de espías.

Michael Jackson siempre ha sido blanco, y los posados veraniegos de Ana Obregón siempre han dado vergüenza ajena.

Los teléfonos móviles siempre han existido, al igual que Internet, los CD's y los ordenadores personales. Conocen las cintas de video (las VHS), pero "Beta" y "2000" les deben sonar a versiones de un sistema operativo de Microsoft.

La televisión siempre a sido en color, con mando a distancia, y siempre ha tenido al menos 6 canales. "Heidi", "Marco", "Comando G" y "Mazinger Z" deben de parecerles personajes mitológicos.

Y todo esto me ha llevado a reflexionar seriamente, no ya sobre lo joven que es Cesc Fàbregas, sino sobre lo viejo que empiezo a ser yo mismo.

jueves, 7 de septiembre de 2006

Calentamiento global

Con el primer aniversario del desastre del Huracán Katrina se ha vuelto a poner de moda del tan traído, y tan llevado, cambio climático. Aunque hablando con propiedad, de lo que debería hablarse es del calentamiento global.


Es cierto que la temperatura media de la Tierra ha subido alrededor de un grado en el último siglo, y que los científicos vaticinan que seguirá haciéndolo en el futuro. Pero, ¿este hecho tiene que ser necesariamente catastrófico?

Depende.

El clima de la Tierra varía naturalmente por causas naturales, como cambios en la radiación solar, variaciones de la órbita terrestre, cambios en las corrientes oceánicas o emisiones volcánicas. Es cierto que el ser humano también puede provocar cambios importantes en el clima, por medio de la deforestación de bosques o la emisión de gases de efecto invernadero, como el CO2. Pero, también es cierto que si en estos momentos se iniciara una nueva era glacial (tranquilos, eso no pasará hasta el año 44.000) la temperatura media de la Tierra bajaría unos 10 grados, y no podríamos parar este enfriamiento global aunque quemáramos de golpe todo el petróleo de la Tierra.

En las épocas interglaciares (y estamos en una de ellas) hay muchas variaciones de temperaturas, y es difícil saber si este incremento concreto es natural o se debe al CO2 (aunque esto último es muy plausible).

Además, aunque el CO2 está aumentando el efecto invernadero de la Tierra, por otro lado la tala masiva de árboles está incrementando su contrario, el efecto albedo. Los bosques son oscuros y absorben gran cantidad de luz y energía del sol, mientras que los desiertos son más claros, reflejan la luz y la energía, y contribuyen a enfriar el planeta. En resumen, que una posible solución al calentamiento global (bárbara y totalmente desaconsejada) sería... ¡deforestar por completo el Amazonas!

Existe un magnífico ejemplo de variación natural del clima. Durante la Edad Media el clima era más caluroso (y curiosamente más benigno) que ahora. Los casquetes polares y los glaciares habían retrocedido, y como el hielo reflejaba la luz del Sol esto incrementó el calentamiento. Pero al fundirse los casquetes polares las corrientes oceánicas pudieron circular libremente y las temperaturas de los mares se igualaron. Tanto es así que cuando en el siglo IX los exploradores vikingos llegaron a una isla en el Océano Atlántico Norte, la llamaron "Tierra Verde". En aquella época la isla que hoy conocemos como Groenlandia era un vergel (bueno, en realidad, aunque las condiciones climáticas eran más cálidas que en la actualidad el nombre respondía a una estrategia de marketing para atraer a los colonos a un lugar de clima bastante hostil). Sin embargo cuando, en el siglo XIV, empezaron a descender de nuevo las temperaturas, los vikingos tuvieron que abandonar la colonia simplemente porque el clima no permitía la agricultura. Los glaciares volvieron a crecer y se tragaron pueblos enteros en los Alpes y en Escandinavia. La agricultura de los países nórdicos tuvo que ser abandonada, se produjeron hambrunas, y la peste negra asoló Europa. El frío duró hasta mediados del siglo XIX. A esta época se la conoce como la Pequeña Edad de Hielo. La Pequeña Edad de Hielo no fue provocada por el ser humano, fue un fenómeno completamente natural. Y como habréis podido comprobar, los enfriamientos no tienen porque ser necesariamente buenos y los calentamientos necesariamente malos.



Mas información sobre las variaciones naturales del clima en: http://club.telepolis.com/geografo/clima/postgla.htm

Desde 1840 las temperaturas han vuelto a subir, mientras (¿casualidad tal vez?) hemos empezado a quemar carbón y petróleo en grandes cantidades, aunque curiosamente entre 1950 y 1970 se observó un notable enfriamiento (¿nunca habéis oído mencionar a nuestros padres que cuando eran jóvenes los inviernos eran mucho más fríos que ahora?).

En resumen, que no sé si dentro de 50 años estaremos flotando en el océano, congelados, achicharrados, respirando con mascarillas, o viviendo en cuevas por temor a la radiación ultravioleta, realmente no lo sé.

Debemos intentar evitar en la medida de lo posible llegar a algo así pero creo que no debemos obsesionarnos por ello. Al fin y al cabo, por mucho que lo deseemos hay cosas que, sencillamente, no podemos controlar.

Mazagatos sin fronteras

Os presento mi nuevo Blog: http://mazagatossinfronteras.blogspot.com/

viernes, 25 de agosto de 2006

Plutón, el enano

El mes de agosto suele caracterizarse por ser una fuente exigua de noticias. Salvo por las famosas serpientes de verano, o el fichaje de alguna estrella rutilante por el equipo de fútbol de turno, suele estar carentes de noticias de importancia.

En estas estábamos cuando llegó la Unión Astronómica Internacional (UAI) y decidió reclasificar Plutón, considerando que lo que hasta la fecha había sido un planeta hecho y derecho, a partir de ahora sólo sería un ¡planeta enano! (dwarf planet en el inglés original)

Y claro, los medios de comunicación han entrado al trapo. “Millones del libros de texto y enciclopedias irán a parar a la basura”, afirman unos. “Los profesores deberán indicar a los alumnos que lo que dicen los libros no es cierto”, afirman otros. “Esto traerá graves consecuencias”, pregonan los demás. Pareciera como si Plutón hubiera dejado de orbitar alrededor del Sol y se dirigiera directamente hacia la Tierra con aviesas intenciones.

Y no, mientras tanto Plutón, el desdichado, el pobre, el enano, sigue vagando por el frío espacio a unos 6.000.000.000 Km. del Sol, sufriendo en silencio su humillación más sólo que la una. Bueno, solo no, al menos puede contar con la compañía de sus satélites Caronte, Hidra y Nix.

© www.astro.net.prv.pl
De todos modos, la noticia tampoco es que sea precisamente nueva. Desde su descubrimiento por parte del estadounidense Clyde William Tombaugh, en 1930, la denominación de Plutón como planeta ha generado numerosas controversias. Es decir, que siempre se había dudado que Plutón debiera ser considerado como un planeta.

En primer lugar, la órbita de Plutón es excéntrica y muy inclinada con respecto al plano de la eclíptica. La órbita de Plutón corta a la del planeta Neptuno, y en ocasiones Plutón se encuentra más cerca del Sol que el propio Neptuno (esto fue así, por ejemplo, desde 1979 a 1999). No obstante, no existe peligro de un choque sideral porque cuando la orbita de Plutón corta a la de Neptuno, existe una gran distancia entre ambas en sentido perpendicular a la eclíptica, precisamente debido a la inclinación de la órbita de Plutón.

En segundo lugar está su composición, presumiblemente una mezcla de rocas y hielo, que se asemeja más a la de un cometa que a la del resto de planetas del sistema solar.

Pero la puntilla para las ambiciones planetarias de Plutón han llegado durante los primeros años del siglo XXI, con el descubrimiento de objetos semejantes a él en el límite externo del sistema solar. En 2002, fue descubierto Quaoar un objeto de 1.280 Km. de diámetro (más de la mitad del tamaño de Plutón). En 2003, fue descubierto Sedna con unos 1.300 Km. de diámetro. Y en 2005 se anunció el descubrimiento de 2003UB313, bautizado no oficialmente como Xena por su descubridor (que era aficionado a la serie de televisión “Xena, la princesa guerrera”), cuyo diámetro era mayor incluso que el de Plutón.

Por un lado, según su naturaleza y composición, Plutón no debería ser clasificado como un planeta.

Por otro lado, si lo siguiéramos considerando como un planeta, teniendo en cuenta su tamaño (al parecer, el tamaño sí importa) también se debería calificar de planetas a otros objetos como 2003UB313.

Así que los astrónomos se han tenido que rendir a la evidencia y han decidido, por unanimidad, reclasificar a Plutón en la nueva categoría de “Planetas enanos” junto a 2003UB313 y Ceres (hasta ahora el mayor de los asteroides).

Pero lo que más me ha llamado la atención de todo esto, ha sido la falta de delicadeza de la UAI. En estos tiempos tan políticamente correctos cuando ya no existen gordos sino obesos, ya no existen viejos sino personas mayores, ya no existen enanos sino personas bajitas (o personas de verticalidad limitada), sorprende que existan planetas enanos (por menos de esto se retiró de televisión un anuncio de telefonía móvil). Quizá deberían haber pensado en otra acepción más acorde con los tiempos, como planeta menor, planetoide, objeto transneptuniano u objeto de Kuiper. Tampoco hacía falta llegar al extremo de definirlo como “objeto del sistema solar de dimensiones limitadas”, pero creo que a la UAI le ha faltado un poco tacto a la hora de referirse al desgraciado Plutón.

domingo, 26 de febrero de 2006

¿Ha llegado ya el futuro?

Un tema recurrente en las novelas y películas de ciencia-ficción del siglo pasado era la recreación del futuro. Desde “Planeta prohibido” hasta “El quinto elemento”, pasando por “Star Trek”, “Blade Runner” o “Desafío total”, en estas historias había tres conceptos que se repetían invariablemente: robots androides, trajes de vinilo y coches voladores.

Los robots se dedicaban a hacer las labores de la casa, trabajaban por nosotros en las fábricas o conducían los taxis. La moda consistía básicamente en trajes ajustados de vinilo que se ceñían a esbeltas figuras (parece ser que en el futuro se resolverá satisfactoriamente el problema de la obesidad). Los coches circulaban por amplias autopistas voladoras (aunque no siempre quedaba claro que fuente limpia de energía les permitía levitar y desplazarse), y sus ordenadores de a bordo permitían consultar gigantescas bases de datos con increíble rapidez (vamos, que tenían conexión a Internet de banda ancha).

En mis delirios infantiles (y juveniles) pensaba que cuando llegáramos al siglo XXI todas esas cosas se volverían realidad. Sin embargo, cuando ya han transcurrido 5 años del siglo XXI, resulta que cada vez trabajamos más, que los trajes de vinilo se resisten a aparecer por las pasarelas, y que los taxis siguen quemando derivados del petróleo, siguen circulando a ras de suelo y siguen siendo conducidos por humanos malencarados que sintonizan insistentemente la COPE.

Es cierto que de vez en cuando aparece por los telediarios Asimo, el robot desarrollado por Honda, haciendo cosas tan increíbles como subir y bajar escaleras, correr o bailar. Pero, sinceramente, hasta que no vea a Asimo planchando unos pantalones (por supuesto marcando la raya), yo no me lo compro. Sigo ávidamente los desfiles de moda de las pasarelas de moda de Madrid, Milán o Londres esperando que algún día a un diseñador se le ocurra “inventar” el mono ajustado de vinilo (bueno, por eso y por ver desfilar a Gisele Bündchen) pero siempre diseñan las mismas fantasías horribles que luego no se atreve a poner ni siquiera Victoria Abril.

En definitiva, que concluí que esto del futuro era una estafa. Nunca terminaba de llegar.

Pero entonces, hace un par de años, Quentin Tarantino estrenó su película “Kill Bill: Volumen 1”, en la que aparecía Uma Thurman luciendo su ya famoso chándal amarillo.

© 2003 Miramax Films
Desde el momento en que vi aquella película, cuando me levanto por la mañana y subo la persiana, me quedo observando el tráfico que discurre por delante de mi casa, esperando ver como en algún momento un coche remonta grácilmente el vuelo por primera vez...

sábado, 18 de febrero de 2006

"Cajamiga"

La semana pasada me encontraba casualmente comprado en un Alcampo en las afueras de Zaragoza. Como la mayoría de cajas estaban atestadas, y había comprado menos de 10 artículos, me puse a buscar una caja rápida. En ello estaba cuando descubrí un nuevo sistema automático de pago denominado “Cajamiga”.

Yo había oído hablar de las etiquetas inteligentes, que permiten ir llenando el carrito en el supermercado, y que una vez finalizada la compra, al pasar el carrito por un arco te indicaban el importe total de la compra sin necesidad de descargar y volver a cargar el carrito. Pero no había oído hablar es de este innovador sistema que básicamente elimina el puesto de cajera y lo sustituye... por el propio cliente. Es decir, que tú mismo debes pasar por el escáner cada producto, embolsarlo y al finalizar pasar la tarjeta por el lector. ¡El sistema tiene su miga!

Como soy curioso por naturaleza, me lancé a probarlo. Intenté engañar a la máquina, embolsando un tubo de pasta de dientes sin haberlo pasado previamente por el escáner, pero la máquina detectó el exceso de peso en la bolsa y se puso a “chillar” como una loca, alertando a una azafata que acudió presta a la llamada de auxilio. Hasta aquí todo correcto. No obstante, cuando pasé por el escáner una ensalada y la embolsé, la máquina debió pensar que la lechuga no pesaba lo suficiente, porque empezó a “quejarse” insistententemente de que debía embolsar el artículo. Además, los códigos de barras de algunos productos no fueron reconocidos por el escáner y debí introducirlos "a mano".

En definitiva, que no me pareció un sistema muy práctico.

Eso sí, como la gente parece tener pavor a la tecnología, pude pagar mi compra en dos minutos... y ahorrarme una larga espera.

Pero claro, ¿que ocurrirá si se termina "popularizando" este sistema? En ese caso, las colas se seguirán formando... pero detrás de las nuevas cajas automáticas. ¿Y que habrá pasado, mientras tanto, con los puestos de trabajo de las cajeras?

The answer is blowing in the wind...

Metrópolis

Hace muchos años vi en la televisión una película alemana del año 1927, dirigida por Fritz Lang, titulada “Metrópolis”.

Debe de tratarse de una de las primeras de ciencia-ficción de la historia del cine. Su argumento trata sobre una sociedad futura. Lo que más me llamó la atención de esta película es la forma en que veían el futuro en 1927. Una de las imágenes que más me impactó de la película es una panorámica de la futurista ciudad de Metrópolis: trenes sobre ferrocarriles elevados, aviones biplanos y zeppelines surcando el cielo...

Es curioso, desde la perspectiva del año 1927, el futuro lo representaban los biplanos y los dirigibles. Obviamente, era inconcebible para la época imaginar, por ejemplo, el avión a reacción.

Pues bien, el otro día estaba charlando con un amigo sobre el futuro de los centros comerciales. Yo sostenía que dentro de 20 o 30 años no quedará ni uno sólo de esos gigantescos centros comerciales que “infectan” los alrededores de nuestras ciudades, y que las compras las haría automáticamente nuestro mayordomo virtual (que requeriría sólo de una ligera supervisión) y se entregarían eficientemente en nuestro domicilio mientras nosotros estuviéramos (aquí ya tenía mis dudas) bien disfrutando placidamente de nuestro ocio, o bien siendo terriblemente explotados laboralmente. Él, por otra parte, sostenía que los centros comerciales sobrevirián porque las grandes empresas no permitirían ésto, ya que una de sus bazas es conseguir que los clientes vayan, vean, y compren cosas que realmente no necesitan.

En esto me acordé de la citada película y pensé que tal vez yo estaba pensando que el futuro estaría protagonizado por los aviones biplanos... y mi amigo que por los dirigibles.

Orígenes

Antes de nada, quiero rendir un homenaje a Pedro y a su Pedrlog . Él y su blog fueron los que me animaron a elaborar mi propio blog (la envidia, que es muy mala consejera).

Os invito a visitar este blog sobre informática y tecnología. Por si os sirve de referencia, Pedro fue la primera persona a la que escuché mencionar la idea de un ratón inalámbrico hace por lo menos 16 años. Así que, no os toméis sus ideas a la ligera...

Reflexiones informales

Aquí estamos. Iniciando la andadura de este nuevo blog, con muchas ganas pero sin tener ni idea de cual será su futuro.

Seguramente solo sirva para que me desahogue escribiendo sobre las cosas que me interesan (y que seguramente no interesen a nadie más), pero tal vez (sólo tal vez) sirva para crear un foro en el que otras personas lean, comenten y participen de estas mismas reflexiones.

“Reflexiones informales” nace hoy, por tanto, sin ninguna expectativa. Dejemos que el tiempo dicte su implacable sentencia...