domingo, 16 de enero de 2011

Control remoto

Hace años que oí hablar de la domótica.

En ese futuro que se imaginaba entonces, y que parece no termina de llegar nunca, aparecían casas completamente automatizadas. Podías encender la calefacción o el horno desde el trabajo, para que cuando llegaras a casa estuvieras calentito o con la cena hecha. Ese tipo de cosas. Pero, aunque es cierto que ya hay casas con ese tipo de sistemas, dista mucho de ser algo generalizado.

El caso es que tengo un amigo que tiene un problema con la calefacción en su segunda residencia. Cuando va, los fines de semana, la casa está tan fría que tarda casi un día en calentarse. Si pudiera encender la calefacción 12 horas antes de llegar... sería fantástico.

Hay un sistema en el mercado que permite hacer esto, por medio de una tarjeta SIM. Cuesta unos 200 euros. Con el simple envío de un SMS puedes activar o desactivar un relé... que puede estar conectado a cualquier dispositivo eléctrico. Mi amigo está pensando en comprárselo pero, ya puestos, le gustaría también controlar otras cosas, como el riego, para lo que necesitaría un sistema superior… y más caro.

Espero que no se “envicie” demasiado y que no termine como los protagonistas de este episodio de “The Big Bang Theory”.


Estos chicos son muy graciosos, pero tremendamente frikis

sábado, 8 de enero de 2011

Come, reza, ama… y viaja

El otro día encontré rambutanes a la venta en el centro comercial al que voy habitualmente.


Ya conocía esta fruta, originaria del sudeste asiático, pero me sorprendió encontrarla allí. Hasta me dieron ganas de comprar algunos, a 18 euros/kilo. Pero, dado que aquel día vi por allí incluso a una niña “disfrazada” de pastorcilla, lo atribuí a una extravagancia, una más de las que se dan por estas fiestas recientemente pasadas.

No obstante, me quedé pensando porqué les habría dado por ofrecer, además en cabecera de línea, esta exótica fruta que yo nunca antes había visto a la venta en España. Lo entendí dos días más tarde. Cuando vi la película “Come, reza, ama”.

En esa película se hace mención al rambután, indicando que es una de las frutas más deliciosas (es como si una naranja le hubiera hecho el amor a una ciruela), lo cual no deja de ser cierto. Por otro lado, aunque también se mencionan en la película, en el centro comercial no les dio por poner a la venta durianes (o como se escriba). Afortunadamente. Porque apestan (huelen a pies sucios).

El caso es que la película se deja ver. Un poco lenta, pero recomendable. Aunque, sé que lo que voy a escribir puede sonar políticamente incorrecto, es claramente una película para tías.

Sí, es que hay películas para tíos y para tías. Ya lo decían en “Algo para recordar” (por cierto, otra película para tías): hay películas para tíos, como “El Padrino”, y películas para tías, cómo “Tú y yo”. Eso no quiere decir que "Come, reza, ama" sea una película que sólo le guste a las tías. No, no es eso. Pero sí que, en general, gustará más a las tías que a los tíos.

Bueno, mientras calculo cuan profunda es la fosa que acabo de cavar (para convertirla en mi propia tumba), os seguiré contando que me sentí muy identificado con los personajes de Elisabeth y Felipe (protagonizados por Julia Roberts y Javier Bardem) cuando se ponen a presumir sobre el número de países que han visitado (46 y 49, respectivamente). Yo también lo hago, a veces, aunque sólo tenga 33 sellos en mi pasaporte.

Como resumen, diré que "Come, reza, ama" es una película que además de tratar de la búsqueda de identidad, de espiritualidad, de saber vivir, etc… trata de viajes. Sobre todo interiores.

Y, me ha pasado algo curioso. Desde que vi la película, no dejo de oír hablar de ella. En la televisión, en la calle, etc… parece que todo el mundo habla de la película… o del libro. Que esa es otra. Porque resulta que la película está basada en una novela que, por cierto, es autobiográfica. Vamos, que la Elisabeth de la película no es otra que Elizabeth Gilbert. Y es cierto que recorrió medio mundo para encontrar su “palabra”.

Yo también llevo unos días buscando mi palabra… pero no la encuentro.

No sé, quizás sea “ineffabile”.

miércoles, 5 de enero de 2011

La torta saturnal

El roscón de Reyes es un dulce de forma anular, adornado con fruta escarchada, que se suele tomar el día 6 de enero, día de Reyes, acompañado de una taza de chocolate.



Vale, eso lo sabe todo el mundo. Pero seguro que no es tan conocido por el gran público que el roscón de Reyes no tiene nada que ver con los Reyes Magos (que, por otro lado, no eran ni reyes, ni magos, aunque esa es otra historia…).

Como muchas otras cosas, tiene un origen romano. Más concretamente en las fiestas saturnales romanas. Durante estas fiestas, que se celebraban “casualmente” a finales de diciembre y principios de enero, los romanos más acaudalados distribuían entre los pobres y esclavos una torta plana hecha de higos, dátiles y miel. Existía, además, la costumbre de esconder un haba (símbolo de prosperidad) en su interior, de modo que aquel que la encontrara fuera entronizado como “rey” durante un día. Esta tradición se ha mantenido en España, aunque aquí el que encuentra el haba resulta ser un “pardillo”, ya que le toca pagar el roscón. Por si no lo sabíais, éste es el origen de la expresión “tonto l’haba”.

Bueno, sólo me queda desearos que mañana degusteis una deliciosa... torta saturnal.

martes, 4 de enero de 2011

Perder el Norte

En los tiempos heroicos de la navegación oceánica, los marinos europeos se guiaban gracias a la Estrella Polar.

Por un lado, ésta les indicaba la dirección al Norte y, gracias al ángulo que formaba con el horizonte, la latitud a la que se encontraban. El cálculo de la longitud era otra historia. Se estimaba a partir de la velocidad y dirección de la nave, lo que provocaba muchos errores. No fue hasta el siglo XVIII, con la aparición de los relojes de precisión, que empezó a calcularse la longitud de forma fiable. Pero esa es otra historia…

Pero si nuestros marinos viajaban hacia el sur, al cruzar el Ecuador la Estrella Polar desaparecía por debajo del horizonte. Aún contaban con la brújula para saber qué rumbo seguían, pero perdían la capacidad de conocer dónde se encontraban. Habían perdido el Norte.

Ese es el origen de la conocida expresión que viene a significar: desorientarse, perder la razón, comportarse de forma desordenada y errática.

Creo que, en estas fechas de consumismo desaforado, todos perdemos un poquito el norte. Basta con pasarse estos días por un centro comercial para comprobar cómo se consume nada más que porque “toca” consumir.

En fin, menos mal que quedan pocos días para que termine toda esta locura…