miércoles, 23 de diciembre de 2009

Io Saturnalia! Ave Sol Invictus!

Jesucristo no nació un 25 de diciembre.

Si tomamos como fuente la Biblia (Lucas 2:8), en ella se indica que la noche del nacimiento de Jesús los pastores cuidaban los rebaños al aire libre y que el cielo estaba lleno de estrellas. Es poco probable que este acontecimiento hubiera ocurrido en el invierno de Palestina, cuando las temperaturas caen bajo cero y es época de lluvias. De modo que, para algunos historiadores, la celebración de la Navidad histórica debería situarse en primavera (entre abril y mayo).

No obstante, la Iglesia cristiana mantiene el 25 de diciembre como fecha convencional, porque en primavera la Iglesia celebra la Pascua. Pero existe otra explicación...

En el Imperio Romano las celebraciones de Saturnalia, celebradas durante la semana del solsticio de invierno, llegaban a su apogeo el 25 de diciembre. Se celebraba el nacimiento de un "nuevo" Sol, el Sol Invictus. Para hacer más fácil que los romanos pudiesen convertirse al cristianismo sin abandonar sus festividades, el papa Julio I pidió en el año 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado precisamente en esa misma fecha. De este modo se animaba a los romanos recién convertidos a olvidarse de la celabración pagana... y a celebrar en su lugar el nacimiento de Jesús.
Las Fiestas Saturnales eran siete días de diversión, banquetes e intercambio de regalos. Los amigos y familiares se hacían regalos, y las fiestas tenían un marcado carácter religioso. Parece que nuestra "moderna" Navidad tienen muchas cosas en común con la "antigua" Saturnalia, ¿no?

Así pues, en homenaje al espíritu de Saturnalia, en lugar de la típica felicitación navideña, hoy voy a dejaros un fragmento de las palabras que las sacerdotisas romanas pronunciaban durante la Saturnalia romana:

Esta es la noche del solsticio, la noche más larga del año. Ahora las tinieblas triunfan y aun así todavía queda un poco de luz. La respiración de la naturaleza está suspendida, todo espera, todo duerme. El Rey Oscuro vive en cada pequeña luz. Nosotros esperamos al alba cuando la Gran Madre dará nuevamente a luz al sol, con la promesa de una nueva primavera. Así es el movimiento eterno, donde el tiempo nunca se detiene, en un círculo que lo envuelve todo. Giramos la rueda para sujetar la luz. Llamamos al sol del vientre de la noche. Así sea.
Io Saturnalia! Ave Sol Invictus!

1 comentario:

tirnanog dijo...

Oh Saturnalias, como te extrañamos....