¿Por qué España debe estar en el G-20?

El G-7 es un grupo de países industrializados del mundo cuyo peso político, económico y militar es muy relevante a escala global. Está conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. A partir de 1998, con la integración de Rusia, se le empezó a denominar “G-7 + Rusia” ó simplemente “G-8”.

La pertenencia a este grupo no se basa en un criterio único, ya que no son ni los ocho países más industrializados, ni los de mayor renta per cápita, ni aquellos con un mayor Producto Interior Bruto (PIB). No obstante, todos estos países (con la notable excepción de Rusia) sí que se encuentran entre los diez con mayor PIB a precios nominales.

El primero de los “países marginados” por este grupo sería China, que es actualmente el cuarto país con mayor PIB a precios nominales (es decir, la 4ª economía del mundo); y el segundo sería España, que es actualmente la 8ª economía del mundo superando a Canadá (9ª) y a Rusia (11ª).

El G-20 está formado por los países del G-8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia), además de 11 países con las principales economías emergentes del mundo (Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, República de Corea, Sudáfrica y Turquía), más la Unión Europea como bloque. Es un foro de cooperación y consultas entre los países en temas relacionados con el sistema financiero internacional.

Todos los países de este grupo se encuentran entre la treintena con mayor PIB a precios nominales pero, claro está, esto implica que en el G-20 “no están todos los que son”. La mayoría de los países “ausentes” que se encuentran entre los treinta por mayor PIB pertenecen a la Unión Europa (salvo Suiza, Noruega e Irán) con lo que se consideraría que sí están incluidos en el grupo… aunque sin voz propia.

Está claro que España debería pertenecer por derecho propio al grupo G-8, en detrimento de Canadá o Rusia que actualmente cuentan con un PIB a valores nominales inferior al de España (e incluso, en el caso de Canadá, con un PIB a valores de paridad de poder adquisitivo inferior), o a un hipotético G-10 junto con China, o a un hipotético G-12 junto con China, India y Brasil.

Pero lo que resulta inconcebible es que España no pertenezca a un grupo, como el G-20, formado por las veinte principales economías del mundo.