miércoles, 27 de abril de 2011

Cabo de Hornos

Esta noche he doblado el cabo de Hornos.

Vale, que ha sido virtualmente, pero me ha hecho la misma ilusión que si estuviera de verdad en cubierta. Si no de que me voy a levantar a las 4 de la madrugada para encender el ordenador y ver a mi barquito doblar el mítico cabo. Y bueno, ya que estaba levantado, he aprovechado para acercarme lo más posible a la rocosa costa del cabo, dura como el diamante, para recorrer menos millas.

Sinceramente, estaba esperando este momento desde hace dos meses, cuando empecé a dar la vuelta al mundo virtual en velero con la Barcelona World Race. Porque el cabo de Hornos es el sanctum sanctorum de la navegación oceánica a vela. Es el equivalente a ascender el Everest para un alpinista. En definitiva, el mayor reto para todos los navegantes del mundo.

Y es que el cabo de Hornos se ha cobrado una enorme cantidad víctimas a lo largo de la historia. Las desapariciones de barcos eran habituales en el pasado. Sólo entre 1850 y 1900 más de un centenar naufragaron en las inmediaciones del cabo, algunos estrellados contra rocas o hielos flotantes y otros por no poder soportar la fuerza de los vientos. Los marineros y piratas de la época adoptaron la costumbre de ponerse un pendiente en forma de aro en la oreja que simbolizaba haber sobrevivido al paso del peligroso cabo.

Y por lo que he leído, según marca la tradición, además del pendiente también tengo derecho a mear a barlovento y a permanecer sentado en presencia del rey.

Estoy pensando... ¿se podrán hacer ambas cosas a la vez?
:-D

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